Colombia es un país en conflicto por más de 70 años, en el que han existido diversas formas de vencer al oponente por parte del Estado, los grupos paramilitares y la guerrilla. La desaparición forzada es una de esas formas. Según, cifras oficiales, en Colombia existe más de 80 mil personas, de las que no se conoce su paradero. El Centro Nacional de Memoria Histórica (20018), afirma que desde 1970 hasta 2015, se registraron 60.630, desaparecidos, hasta el 2018, se estableció 80 mil los desaparecidos.
Las principales víctimas de este flagelo son defensores de derechos humanos, sindicalistas, estudiantes, personas de izquierda, profesores, entre otras. Según cifras oficiales, estos casos se han presentado en, 1010 municipios de los 1115, del país. Siendo las regiones más afectadas; Magdalena medio, oriente Antioqueño y Valle de Aburra (CNMH, 2018).
Es de anotar que la desaparición forzada no se consideró un delito hasta el 6 de julio del año 2000, mediante la ley 589, entró hacer parte del ordenamiento jurídico, 23 años después del primer caso reportado como desaparecido de una mujer (Omaira Montoya) en estado de gravidez.
En esta búsqueda que puede tardar toda la vida para los familiares, en la mayor parte de los casos quienes dedican su vida entera a buscar respuesta son las mujeres, madres, abuelas, esposas, hermanas, consagran su vida a buscar a sus hijos.
Sobre la desaparición forzada, con identidad de género en el cono sur han surgido trabajos de Elizabeth Jelin, donde establece: “los impactos diferenciados entre hombres y mujeres, las relaciones sociales son jerarquizadas claramente distintas, donde los cuerpos de las mujeres fueron víctimas de una alta dosis de violencia sexual”.
En el caso colombiano ha sido un modus operandi, la violencia sexual contra las mujeres, esta violencia se ha ejercido no solo a las mujeres que han sido detenidas encarceladas por pertenecer a la guerrilla, sino a las mujeres que inician la búsqueda de sus familiares. Debo decir, que sobre este tema se ha investigado poco.
Cuando una mujer acude a una autoridad a poner una denuncia a una entidad del Estado (estación de policía, guarnición militar, fiscalía, medicina legal), lo primero que le dicen, usted es la mamá o la esposa debe saber dónde está, lo que hacía o con quien se la pasaba.
Si se trata de un hombre, a quien se busca, le dicen, no lo busque aquí, búsquelo en la guerrilla, o debe estar con la moza, o si es una mujer le dicen se fugó con el mozo, se fue de fiesta. Esta respuesta, las mujeres las reciben de cualquier institución estatal, no siempre es dada por un hombre, las mujeres son más sarcásticas y déspotas. Reciben las denuncias luego de largas horas de espera.
Frente a esta práctica criminal, han surgido organizaciones de mujeres, con el único objetivo de buscar a sus desaparecidos, algunas son las madres de la candelaria, en Medellín, Fabiola Lalinde (CNMH), su operación sirirí, buscando a su hijo, la fundación Nidia Erika Bautista, las madres de Soacha. Todas estas mujeres se han reunido con un solo objetivo; buscar a sus desaparecidos, junto con la verdad y la justicia.
En sus años de lucha por la búsqueda de la verdad, han tenido que soportar; innumerables luchas y persecución, muchas han debido afrontar la desaparición de uno o varios de sus seres queridos, cárcel, estigmatización, pese a esto, estas mujeres no han abandonado su búsqueda.
Esa discriminación la deben afrontar desde su propia comunidad, porque si a su hijo lo desaparecieron “fue que algo tuvo que estar haciendo”; sin olvidar las palabras de Uribe a las madres de Soacha cuando algunas encontraron a sus hijos muertos. El presidente dijo: “esos jóvenes no estarían cogiendo café”, con ello justificaba su muerte.
Según Troncoso y Piper (2015, 65-90) las investigaciones feministas pueden ser consideradas así mismas como trabajos de memoria en la medida que sacan a mujeres de su olvido, en tanto actrices históricas, esto es, justamente lo que pasa cuando una mujer debe abandonar su vida cotidiana, su presente para iniciar una búsqueda infructuosa, por su familiar, las madres son quienes a través del tiempo no dejan apagar la llama del reencuentro.
Como es esa búsqueda para una mujer
Luego de no conocer el paradero de su familiar, quien salió con rumbo conocido al cual nunca llegó, deben pasar 72 horas, que establece la legislación colombiana, aunque, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), dice que esta búsqueda se debe iniciar a penas, se tenga algún conocimiento de que una persona está desaparecida, esto no se cumple.
Las mujeres deben pasar años indagando con las autoridades estatales, como fiscalía, medicina legal, ejército. En esta búsqueda no existe una ruta que se deba seguir con enfoque de género, cuando se acercan a cualquier organismo a poner en conocimiento de las autoridades, ellas deben pasar por interrogatorios, en su mayoría a las madres, las culpan de lo ocurrido, las preguntas maliciosas intentando justificar, la burla y el desprecio por las mujeres, es el común denominador de todas las mujeres que denuncian una desaparición forzada, esto se presenta en todas las entidades del Estado.
Cuando esta búsqueda por fin se concluye, con la entrega de los restos del familiar, viene otro momento; la entrega, aunque, Colombia ha firmado un protocolo de entrega digna en 2010 y actualizado en 2015[1]. Se dijo por parte del gobierno que no se iban a entregar restos embalados en bolsas, amarrados en cinta, que esta entrega debía hacerla un equipo multidisciplinario, donde se tenga en cuenta a los familiares del doliente. Mujeres que han pasado toda una vida buscando, deben recibir su bolsa, sin el menor respeto, como quien va a una tintorería a reclamar un pantalón.
En este proceso de entrega debe firmar los papeles, papeles que vienen al interior de la bolsa plástica, por lo que debe desprender la cinta y sacar los papeles, no importa, si no se siente con la capacidad emocional de hacer esto, le toca entregar los papeles y salir del lugar con sus restos a medio empacar, muchas mujeres reciben en la misma bolsa sus hijos y deben utilizar el transporte público para dirigirse a su lugar.
La cuestión humana no existe, estas mujeres en vez de merecer un respeto por su lucha incansable, su duelo, son recibidas con desprecio, son juzgadas y condenadas, por tener un familiar desaparecido, un saludo de mano, un sentido pésame, no existe, hasta los organismos de ayuda humanitaria pasan por alto la empatía para entender el dolor de estas mujeres, muchas de ellas envejecidas o enfermas, producto de la desaparición de sus hijos, hijas, esposos o hermanos, hermanas.
Lo narrado hace parte de una investigación y seguimiento a la búsqueda y entrega de desaparecidos en el año 2018-2019.
Bibliografía
Desaparición forzada: Balance de la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico (2018). http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/balances-jep/descargas/balance-desaparicion-forzada.pdf
Jelin, E. Género en las memorias.
Lalinde, F. http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/dialogos-memoria/ponencias/006-FabiolaLalinde.pdf
Troncoso, E. Piper, I. Género y memoria: Articulaciones críticas y feministas. Athenea Digital. 15(1): 65-90 (marzo 2015) –ARTÍCULOS.
Protocolo Interinstitucional. Para la entrega digna de personas desaparecidas. Ley 1408 de 20210. http://www.comisiondebusqueda.gov.co/images/abook_file/ProtocoloEntregaDigna.pdf
Sierra, O. Moreno, A. el reencuentro en la desaparición forzada colombiana: una aproximación sociohistórica y psicoanalítica. Revista Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, Vol32-N02 2020.
[1] En esta cartilla se establecen los pasos que se deben seguir para la entrega de restos de desaparecidos. http://www.comisiondebusqueda.gov.co/index.php/publicaciones/cartillas/10-protocolo-interinstitucional-para-la-entrega-digna-de-cadaveres-de-personas-desaprecidas